Los derechos de autor y el Mercado

Un artículo del director de cine Sylvio Back

Sylvio Back es un famoso director y escritor brasileño. Ha dirigido más de 20 películas a lo largo de 50 años de carrera y ha escrito poesía, ensayos y guiones para algunas de sus películas. Con más de 70 premios nacionales e internacionales en su haber, Sylvio Back es uno de los directores más galardonados de Brasil. Su artículo completo se expone a continuación:
Tras la editorial publicada al respecto en el periódico O GLOBO el 23 de abril (“Internet no puede ignorar los derechos de autor”), y en mi calidad de director, quisiera resaltar en especial la última frase de este texto que va directamente al núcleo de la cuestión, criticando a ese medio obstinado que es Internet por su violación de los derechos de autor sagrados (no hay una palabra mejor) – ya sean de directores, músicos o guionistas. Es decir, los derechos de aquellos que crean y firman lo que Internet arrasa como un terrible tsunami, con impunidad.   Esto explica la conciencia cada vez mayor, tanto moral como material, de que este predominio está dando lugar a una defensa feroz de los derechos de los directores, con toda una serie de exigencias que se están transmitiendo rápidamente en la radio y la televisión en Europa, América Latina, Asia y África. Las nuevas sociedades de gestión colectiva, lideradas por los mismos autores de obras, reclaman la redefinición de la naturaleza depredadora de Internet por medios pacíficos basados en la solidaridad. ¡Nadie mejor que ellos para hacerlo! Frente a la voraz e insaciable actividad de Internet, las organizaciones especializadas en los derechos audiovisuales y musicales, los derechos relacionados con el teatro y los derechos multirrepertorios – como la CISAC (Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores), fundada en 1926 en Francia y que cubre más de 120 países, y su rama audiovisual, Writers & Directors Worldwide; o la ADAL (Alianza de Directores Audiovisuales Latinoamericanos), dedicadas a favorecer la cooperación y a fomentar la creación de sociedades de gestión colectiva en el continente – se están movilizando para convertir Internet, auténtico ogro de la mundialización, en un valioso aliado destinado al mercado de masas.   Existe una necesidad de transformar Internet para que deje de ser esa tecnología sorprendente que canibaliza gratuitamente y de manera agresiva el cine y la televisión en todo el mundo y se convierta en un verdadero actor civilizado que garantice la comunicación entre el autor, el intermediario y el consumidor. En la práctica, esto debería hacerse de forma equitativa, pero sólo Internet genera actualmente dinero a gran escala y sin restricción, mientras que nosotros, que somos los primeros responsables de las obras, nos vemos perjudicados e ignorados. Normalmente el mismo público no es consciente de la brutalidad de esta sórdida ecuación.   No existe producto audiovisual sin inversión, sin coste y sin riesgo –que sea abandonado, lanzado y soltado en el cielo sin ningún compromiso pecuniario ni incluso moral. Al igual que el productor, el distribuidor y el exhibidor, también es importante tener en cuenta a los escritores, actores, directores, compositores, editores o sus equivalentes para las distintas plataformas existentes. Los derechos de autor que les pertenecen transcienden el tiempo y el lugar y su ausencia representa, al final, un ataque contra sus propios derechos humanos inalienables.   Estos son derechos materiales basados en bienes inmateriales que armonizan talento, experiencia y cultura, y generan unos ingresos que deberían ser recaudados por su realización física y la comunicación al público, y en redifusiones posteriores. Ya seamos directores, músicos o guionistas, esta creación es nuestro único bien ya que las imágenes y los marcos, los textos y los pentagramas forman parte de nuestra vida cotidiana, como si se tratara de una segunda piel. Nuestra supervivencia, digna y virtuosa depende de estas creaciones. Al igual que la vitalidad, la diversidad y la renovación de la cultura y del arte de un país.   Al ignorar los derechos de autor (en este caso, los del director de cine) relacionados con casi todos los contenidos que los dan una razón de ser por medio de millones de accesos contabilizados, y como la existencia y la optimización de Internet son irreversibles, ya que se encuentran en el núcleo del mercado audiovisual propiamente dicho, deben encontrarse unos mecanismos para remunerar de forma equitativa e irreversible a los actores implicados para que el día de mañana, en una situación tan grave como la que sufrimos actualmente, ya no seamos esclavos de unas nubes que nunca habían parecido tan amenazadoras. - Sylvio Back


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